Noche de augurios en la playa de Huanchaco![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkw5tvVIhjU82qkuVHxPnWgj25cSv7NVXqUOrFKYppQnoD09Rp2ohfT-0WMW9N2Ky2dInm0jOwoA7LmL1KSauXYyds0nF0qAsc9rFrtSQvWNcP56Kj2Eqo2cfY9B3GzwtqoDYsZQAufhvb/s320/DSC03833.JPG)
Nos arrimamos a la Playa de Huanchaco. En un cartel de la costanera se promocionaba una serie de eventos culturales para la última semana de enero. Ese día, lunes 25 de enero, estaba previsto "Noche de Augurios".
Tardó en empezar, sobre todo, dentro nuestro, en nuestra razón, nos fue dificil entender de que se trataba eso. Había unas 50 personas, entre ellas el Alcalde del Pueblo y unos pocos turistas.
Nos parecia dificil entender el principio porque lo que percibian nuestros sentidos era una música, era una música muy ritmica llamada marinera y nuestros ojos observaban a tres hombres en el centro de un círculo formado por antorchas de fuego que iluminaban la playa. Estos tres hombres tomaban un liquido y lo escupían sobre unos cuadros unas conchas de mar, hierba y de más cosas que estaban sobre la arena.
Tardó en empezar, sobre todo, dentro nuestro, en nuestra razón, nos fue dificil entender de que se trataba eso. Había unas 50 personas, entre ellas el Alcalde del Pueblo y unos pocos turistas.
Nos parecia dificil entender el principio porque lo que percibian nuestros sentidos era una música, era una música muy ritmica llamada marinera y nuestros ojos observaban a tres hombres en el centro de un círculo formado por antorchas de fuego que iluminaban la playa. Estos tres hombres tomaban un liquido y lo escupían sobre unos cuadros unas conchas de mar, hierba y de más cosas que estaban sobre la arena.
Esto a simple vista era muy extraño, sobretodo, si cometemos el error de pensar el cosmo desde una posición etnocentrica. Esto quiere decir, naturalizar lo que para nosotros es normal. Natural es comer, beber, respirar, razonar y coger. Estas acciones son innatas a nuestra esencia humana y las realiza cualquier sujeto que habita la Tierra.
Lo normal es un pacto cultural de las reglas de convivencia y de las pautas de comportamiento de una determinada sociedad. La soberbia etnocentrista es creer que nuestra normalidad, nuestra cultura, está naturalizada y se conoce de ante mano en todas las sociedades. Por eso, cuando vemos una tradición, una creencia o una fe diferente tratamos de “locos” a esa cultura.
A nosotros nos pasaría lo mismo. Si de un lugar lejano y diferente llegarían hombres y mujeres a conocer nuestro mundo occidental y católico, y vieran que esa religión somete al Hombre en la tierra en pos del sacrificio, que la riqueza que produce esa comunidad se reparte injustamente; o si viera que los domingo la mayoria de los individuos reza frente a un elemento de tortura y en un rito sagrado convierten el pan en carne y el vino en sangre, dirán que estamos “locos” o simplemente aceptarían que tenemos otra fe y otra cosmovisión.
Lo normal es un pacto cultural de las reglas de convivencia y de las pautas de comportamiento de una determinada sociedad. La soberbia etnocentrista es creer que nuestra normalidad, nuestra cultura, está naturalizada y se conoce de ante mano en todas las sociedades. Por eso, cuando vemos una tradición, una creencia o una fe diferente tratamos de “locos” a esa cultura.
A nosotros nos pasaría lo mismo. Si de un lugar lejano y diferente llegarían hombres y mujeres a conocer nuestro mundo occidental y católico, y vieran que esa religión somete al Hombre en la tierra en pos del sacrificio, que la riqueza que produce esa comunidad se reparte injustamente; o si viera que los domingo la mayoria de los individuos reza frente a un elemento de tortura y en un rito sagrado convierten el pan en carne y el vino en sangre, dirán que estamos “locos” o simplemente aceptarían que tenemos otra fe y otra cosmovisión.
Esta introducción sirve para que puedan entender el ejercicio de desarraigo que tuvimos que hacer de nuestra normalidad para poder presenciar la Noche de Augurios.
Nos encerraron en una ronda hecha de antorchas. El Chaman y sus dos ayudantes desplegaron su mesa de trabajo: sable, hierbas, cuadros, caracoles y conchas marinas, especies, perfumes, y lo que no podía faltar, el San Pedro. Esta es una bebida alucinógena preparada con un tipo de cactus. Cuando uno toma esta bebida entra en trance, ahí el Chaman hace su ritual y trabaja con el alma de la persona que ha tomado el San Pedro. Este trabajo dura aproximadamente 7 horas.
Nos encerraron en una ronda hecha de antorchas. El Chaman y sus dos ayudantes desplegaron su mesa de trabajo: sable, hierbas, cuadros, caracoles y conchas marinas, especies, perfumes, y lo que no podía faltar, el San Pedro. Esta es una bebida alucinógena preparada con un tipo de cactus. Cuando uno toma esta bebida entra en trance, ahí el Chaman hace su ritual y trabaja con el alma de la persona que ha tomado el San Pedro. Este trabajo dura aproximadamente 7 horas.
Un antropólogo tomó la posta y explicó el origen de este ritual: descendiente de la cultura Moche año 100 al 800 d.c. Estos se extinguieron en base a dos teorías: unos plantean que las fuertes lluvias en esta zona del Perú los obligó a emigrar y a disgregarse. Asimismo, a pesar de realizar los sacrificios humanos para enfrenter a la corriente el niño y frenar las lluvias, el mal clima no cesaba. Esto generó una situación aún peor, que es cuando un pueblo no tiene mitos ni en qué creer: los Mochitas dejaron de creer en su Dios principal -ai apacc- y en los sacerdotes, que eran los gobernantes de la sociedad. Otra teoría dicen que fueron dominados por los Wari (cultura del sur del Perú)...
Estos mitos pretenden explicar aspectos básicos de nuestra vida a partir de los Dioses y las fuerzas no mundanas. En estas ideas se construyen las visiones maniqueas del mundo: el bien y el mal, dios y el diablo. También se genera la otredad; aquí la explicación de lo que somos no parte desde nosotros sino que somos en tanto nos diferenciamos de los otros. Hay ejemplos que llegan a la actualidad: Bush necesitó un otro demoníaco para invadir Irak y Afganistán. Tambiénm en la imposición de una cierta religión se construye un otro que hay que exterminar, llámese "brujas" o "herejes".
A nuestro entender también hay un aspecto de los mitos que sirven para embellecer la historia de un pueblo y hacer que una comunidad organizada sea invencible. Porque nunca la mayor inteligencia o la violencia incontenible vencen si no están organizadas.
Los pueblos modernos también necesitan un mito para cohesionar a los individuos y lograr que coincidan en una causa colectiva. Estos mitos fueron las guerras de la independencia, los próceres, el aceite caliente sobre los piratas ingleses, etc. Cuando una comunidad no tiene en qué creer no existe el devenir histórico en conjunto. Cuando los Mochitas dejaron de creer en sus mitos y sus dioses desaparecieron.
Los pobladores de Huanchaco y de esta zona de Trujillo, herederos de la cultura Moche y Chimu (800-1400 d.c.) conservan la tradición de estos rituales chamanistas. Principalmente recurren en dos ocasiones: frente a una enfrermedad que la medicina oficial no puede curar (según el antropólogo que guió el ritual, esta práctica fue reconocida en el año 1978 como "Medicina tradicional" por la OMS) y para florecer el alma, que fue lo que hicimos nosotros.
El chamán nos preguntó nuestros nombres y nuestro país de residencia. Alzó la copa de San Pedro, gritó nuestros nombres, balbuceó unas palabras raras y todo lo depositó en sus únicos dioses: la luna, el sol y la tierra. Nos entregó el San Pedro y le dimos un fondo blanco a ese jugo amargo hecho con el cactus.
Luego nos hicieron pasar al frente y el chamán comenzó a cantar una canción y a tocar su espada, a nosotros no nos tocó otra que bailar y aplaudir mientras los ayudantes nos escupían perfumes y nos arrojaban un polvo blanco.
Terminó el ritual con un mar muy furioso y una noche muy hermosa con una aureola blanca alrededor de la luna.
Nos fuimos caminando por la playa con el alma florecida y creyenco que esa práctica tan extraña y tan poco natural para nosotros ahora era normal.
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